En esta meditación para la Pascua, Abelardo de Armas te pone frente al sepulcro, y Jesús dentro de él. Dice que el cuerpo de Jesús, sin alma, sigue siendo receptáculo, tabernáculo de la Trinidad de Dios, porque Jesús ha muerto en su humanidad, pero Dios no puede morir. Abelardo te invita a abrazar a Jesús, ya que a través de la sacratísima humanidad de Jesús sin alma, estás abrazando la divinidad.