El mes de junio ha sido testigo de cómo entiende Turquía, y más en concreto su presidente Recep Tayip Erdogan, la democracia. En primer lugar, ha encarcelado y destituido al alcade de Hakkari, del partido de la izquierda kurda DEM. No contento con ello, ha amenazado a Rojava y al Norte y Este de Siria y asegurado que en caso de celebrarse las elecciones locales en la Autoadministración -que han sido de momento pospuesta-, habría represalias. Pero, ¿cómo puede un país considerar que el ejercicio de la democracia supone una amenaza para su seguridad nacional? Sencillamente, porque vive en la tiranía.