Hoy vamos a hablar de poesía y de música. De poesía que se hizo música y de música que se convirtió en eternidad.
Porque todo siempre fue la canción. Todo giraba en torno de la canción. Y por supuesto, la existencia de este programa también se originó con la canción.
Con la canción que viene a transformar para después construir, o con la canción que únicamente llega para transformar, o la canción que viene simplemente para quedarse en nuestras vidas, y acompañarnos para siempre.
A lo largo de estos años, en Radio Nadie al Volante hemos estado hablando de poesía la gran mayoría de los programas, pero no hemos hablado tanto tiempo de la poesía que se convirtió en canción. En esa canción que iba a asaltar la cultura popular y conseguir llevar la poesía a todo el planeta, independientemente de la condición social o la raza o de lo que fuere, iba a llegarle a todo el planeta porque esa era la voluntad de esa clase de poesía que se transforma en canción, la voluntad de ser universal y para todos.
Hoy en Radio Nadie al Volante vamos a hablar del General, de la persona y el mito, de uno de los cantautores más brillantes que conocerán los tiempos, que consiguió como pocos compositores han conseguido, hacer canciones repletas de auténtica poesía para ser escuchadas en todas partes; en un viaje en coche hacia el campo, en una mañana de domingo mientras el olor del café se expande por toda la casa, en nuestros auriculares mientras nos encontramos camino del trabajo, en una velada romántica con buen vino y una buena conversación. Básicamente, consiguió convertir la poesía en algo mundano y a la vez eterno.
Y para hablar del General, tenemos que abrir la cabaña donde se encuentra el núcleo de nuestra rebelión poética para alzar la voz en una nueva sección de Poetical resistance, con nuestro poeta y cantautor de cabecera, Gabriel Moreno desde Londres.
Así que nos sumergimos en el mar que rodea la isla de Hidra para tratar de paliar la resaca, para despertarnos en el Hotel Chelsea rodeados de la bohemia de los 60’ mientras tratamos de asumir cual es nuestro camino como novelistas y poetas, mientras escribimos una de las canciones que nos van a llevar a la fama y a la eternidad. Ya solo nos queda despedirnos del amor de nuestra vida diciéndole un lacónico, Hasta la vista Marianne. Hablamos de Leonard Cohen.