Hoy vamos a hablar de teatro y de poesía. De teatro y de poesía que cambio la conciencia humana. De teatro y de poesía que estableció las bases de un idioma que se convertiría en hegemónico. De teatro y de poesía que nos enseñó que estamos hechos con el mismo material con el que se hacen los sueños.
Hoy en Nadie al Volante vamos a tratar una obra de teatro escrita por el bardo inmortal por excelencia, ese cuya sombra y cuya luz se abate sobre todos los autores que vinieron después de él, la mayoría de ellos sin saberlo y otros muchos sin quererlo, pero del que nuestro gordo Buda Harold Bloom se atrevió a decir que fue el inventor de lo humano.
Y para ello hemos tenido que invocar el espíritu de nuestro poeta de cabecera, Gabriel Moreno, igual que el mismísimo Próspero invoca a Ariel en la obra que vamos a tratar hoy, para que Gabriel abra sus libros acerca del conocimiento hermético de la poesía, que alberga en su biblioteca secreta, para irradiar luz sobre la imaginación de nuestro escritor demiurgo, y tratar de comprender como se pudo crear en el siglo XVII una obra tan moderna y original, cuyos ecos reverberan en multitud de obras de arte, como el sublime poemario el Mar y los Espejos del poeta británico Wystan Hugh Auden, del que también hablaremos largo y tendido, ya que el poemario se presenta como un comentario sobre la obra de teatro en cuestión.
Hablaremos del contexto histórico que envolvió la creación de esta comedia, en pleno establecimiento de los ingleses en el Nuevo Mundo, concretamente en la colonia de Virginia, cuyos relatos traídos por los navegantes pudieron ser la chispa que prendió el fuego de la imaginación, que al igual que las intrigas palaciegas o las guerras entre las diferentes casas reales, no dejan de ser nada más que excusas, para hablarnos de lo que de verdad a nuestro dramaturgo le importa: la conciencia humana, los fantasmas que la acechan y las pulsiones que la mueven y constituyen.
Ya podemos escuchar la voz del narrador que nos dice que ha habido un naufragio. Todos los personajes están llegando a la orilla de una isla repleta de voces que provienen del más allá, de espíritus y náyades que se convertirán en los dueños de nuestra voluntad para que, a través de la magia de Próspero, la belleza de Miranda, la animalidad de Caliban y las acciones de Ariel, nuestro viaje hacia la redención, el perdón, el amor y la recuperación de nuestro ducado, se lleve a cabo. Hablamos de “La Tempestad” de William Shakespeare