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Ryūnosuke Akutagawa
En 1918 se casó y empezó a trabajar en un periódico, el Mainichi Shimbun, que en 1921 lo envió como corresponsal a China y Corea. Sin embargo, su frágil salud y sus nervios se resintieron y comenzó a atormentarse con el fantasma de la locura. Su escritura adquirió un tono más desesperanzado e irónico, aunque sin abandonar los imperativos de claridad y lucidez que se había impuesto desde el principio. En 1926 sufrió otro colapso nervioso, esta vez más serio. El 24 de julio de 1927, tras liquidar las deudas heredadas de su tío y sostener un encendido debate con Junichiro Tanizaki, se suicidó mediante una sobredosis de pastillas. Había dejado, a modo de explicación, un texto titulado Carta a cierto viejo amigo.
A partir de sus primeros relatos, Rashomon (1915) y Hana (1916), Ryunosuke Akutagawa mereció la atención de la crítica. Muchos de sus relatos son de ambientación histórica, para lo cual recurrió al patrimonio de la literatura, la mitología y la fábula, no sólo japonesa, sino también china, hindú e incluso occidental, reconstruyendo libremente situaciones y temas e interpretándolos bajo una luz ora irónica, ora dramática, pero casi siempre paradójica, explorando las infinitas interpretaciones posibles de las acciones humanas y utilizando una lógica rigurosa que subvierte cualquier valor o idea preconcebida.
En la reconstrucción de la psicología de sus personajes y de los dramas que éstos viven puede advertirse el recurso a fuentes occidentales (desde la Biblia hasta Jonathan Swift, Daniel Defoe, Goethe, Edgar Allan Poe, Fiódor Dostoievski, Prosper Merimée o Pierre Loti), que le sirve de pretexto para una interpretación dedicada a recorrer las etapas de la historia y la literatura japonesas, de las que reconstruye lenguaje, ambientes y personajes.
En Susanoo no mikoto (1920) revivió los antiguos mitos del país a través de la figura del dios-héroe hermano de Amaterasu, la divinidad del Cielo; otros, como Rashômon y Shunkan (1922), en los que describe las intrigas de la corte y la sorda rivalidad por el poder, están ambientados en la época Heian, cuna de la refinada cultura que manifiesta la aristocracia cortesana.
Ryūnosuke Akutagawa
En 1918 se casó y empezó a trabajar en un periódico, el Mainichi Shimbun, que en 1921 lo envió como corresponsal a China y Corea. Sin embargo, su frágil salud y sus nervios se resintieron y comenzó a atormentarse con el fantasma de la locura. Su escritura adquirió un tono más desesperanzado e irónico, aunque sin abandonar los imperativos de claridad y lucidez que se había impuesto desde el principio. En 1926 sufrió otro colapso nervioso, esta vez más serio. El 24 de julio de 1927, tras liquidar las deudas heredadas de su tío y sostener un encendido debate con Junichiro Tanizaki, se suicidó mediante una sobredosis de pastillas. Había dejado, a modo de explicación, un texto titulado Carta a cierto viejo amigo.
A partir de sus primeros relatos, Rashomon (1915) y Hana (1916), Ryunosuke Akutagawa mereció la atención de la crítica. Muchos de sus relatos son de ambientación histórica, para lo cual recurrió al patrimonio de la literatura, la mitología y la fábula, no sólo japonesa, sino también china, hindú e incluso occidental, reconstruyendo libremente situaciones y temas e interpretándolos bajo una luz ora irónica, ora dramática, pero casi siempre paradójica, explorando las infinitas interpretaciones posibles de las acciones humanas y utilizando una lógica rigurosa que subvierte cualquier valor o idea preconcebida.
En la reconstrucción de la psicología de sus personajes y de los dramas que éstos viven puede advertirse el recurso a fuentes occidentales (desde la Biblia hasta Jonathan Swift, Daniel Defoe, Goethe, Edgar Allan Poe, Fiódor Dostoievski, Prosper Merimée o Pierre Loti), que le sirve de pretexto para una interpretación dedicada a recorrer las etapas de la historia y la literatura japonesas, de las que reconstruye lenguaje, ambientes y personajes.
En Susanoo no mikoto (1920) revivió los antiguos mitos del país a través de la figura del dios-héroe hermano de Amaterasu, la divinidad del Cielo; otros, como Rashômon y Shunkan (1922), en los que describe las intrigas de la corte y la sorda rivalidad por el poder, están ambientados en la época Heian, cuna de la refinada cultura que manifiesta la aristocracia cortesana.