11 – Cuídese de los engaños
Nehemías 6:1-9
“Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas en las puertas), Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado hacerme mal. Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros. Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera. Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano, en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira, según estas palabras, de ser tú su rey; y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en Jerusalén, diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos. Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas. Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos.”
1.Cuando los embates directos no funcionaron para detener lo que Dios hacía en Jerusalén, entonces los enemigos tenían que venir con engaños para detener de alguna forma lo que la obra.
2.Toda la obra estaba casi concluida, solo faltaban poner las puertas en su lugar. (Neh. 6:1)
3.Los enemigos de Jerusalén estaban desesperados, pues nada detenía lo que estaba pasando, así que emplean la trampa, la calumnia, el acoso, el complot, y la traición para matar, o por lo menos atemorizar a Nehemías. (Neh. 6:2, 6-7, 9-14, 17-19)
4.En todo tiempo vemos a Nehemías dependiendo plenamente de Dios para discernir y hallar valor para seguir sin parar. (Neh. 6:9, 12, 14)
El engaño, una de las más antiguas tretas del enemigo. Desde el Edén, satanás a usado esta estrategia para destruir la obra de Dios (Gn. 3:1-6). El fin de ello es “hurtar, matar y destruir” (Jn. 10-10). Y en el caso de la obra que el Señor estaba haciendo en Jerusalén, esta arma sería usada para buscar lograr detenerlo todo.
En nuestras vidas, esto también es real. Pablo nos recuerda que nosotros “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo” (Ef. 6:12); por lo tanto, el mismo satanás utilizará cualquier medio o persona para alejarnos con engaño de la voluntad de Dios.
Su astucia le hace hábil en la manera como se acerca a nuestra vida para distraernos, pero el propósito es destruirnos. Es el mismo patrón que vemos en el ejemplo de Nehemías.
La dependencia de Nehemías en su relación con Dios le dio la capacidad para discernir esos ataques engañosos. Nosotros haríamos bien en estar atentos ante cualquier distracción que haría que cesara “la obra” de la reconstrucción de nuestras vidas, pues lo que Dios está haciendo en nosotros es “una gran obra”. (Neh. 6:3)
Cuando venga alguna persona tratando de animarla a dejar algo que está haciendo para edificar su vida, tal vez una voz que le “aliente a bajar el ritmo”, o a tomar “un descanso”; esa puede ser una voz engañadora que quiere que se detenga. Busque a Dios, pida discernimiento, rechace toda pretensión de “ayuda” a su vida, y clame para que el Señor le ayude a fortalecerse para seguir adelante. La obra está ya casi reedificada, no es momento para parar. (Neh. 6:9, 12)
«Cuando Dios está haciendo algo grande, siempre vendrá el maligno con engaños para destruirlo todo, esa ha sido su táctica más antigua. ¡Tengamos cuidado!» -Ministerio UMCD-
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