A veces es difícil pensar en la ira de Dios, pero debemos darnos cuenta de que Dios odia el pecado porque destruye la creación que él ama. Dios odia el pecado por lo que te hace a ti y a mí.

El Señor es paciente. Y quiere que todos lleguen al arrepentimiento. El arrepentimiento, es alejarse verdaderamente del pecado, e ir hacia Dios, es una hermosa liberación de la culpa que llevamos.

La salvación es para todos nosotros los que creemos. Ninguno de nosotros puede ganar la salvación, pero todos nosotros podemos participar de ella, a través de la fe en Cristo.

Cristo es nuestra única salvación. Su muerte y su resurrección nos brindan un camino para la salvación, una salvación que no se encuentra en nadie más.

Dios nos ha dado la gracia de elegir la vida. Frente a nuestro pecado, podemos pedirle a Dios que limpie nuestros corazones.

Las relaciones entre Dios y la humanidad, el hombre y la mujer, y la humanidad y la naturaleza fueron destruidas por el pecado. Tómese un momento y pídale a Dios que le muestre lo que necesita atención, lo que necesita perdón y lo que necesita restauración en su vida.

Cuando necesitemos guía, podemos acercarnos al Señor. Incluso en medio de nuestras dificultades y problemas, podemos acercarnos al Señor.

Tenemos comunión con Jesús cuando le permitimos entrar en nuestras vidas. Conversando y pasando tiempo junto a Él, permitiendo que Jesús nos moldee a nosotros y a nuestra comunidad.

La gracia no es de nosotros; no tenemos gracia sin Dios. Dios nos da esta gracia para compartirla con el mundo, especialmente con aquellos con quienes nos relacionamos: nuestros pojimos.

A través de Cristo podemos tener paz en tiempos difíciles y esperanza para las cosas venideras.