En un mundo con tantas maneras de encontrar nuestro camino del punto A al punto B, quizá no entendamos la importancia de las palabras de Dios en Isaías 43.

Si permitimos que el Espíritu obre en, y a través de nosotros, podremos ver a otros como Jesús lo hace.

Cuando la vida se pone difícil, es fácil concentrarse en todas las cosas que están mal. Pablo nos recuerda dónde debería estar nuestro enfoque.

¿Alguna vez has estado tan contento con las buenas noticias que has perdido el sentido de ti mismo? Eso es lo que pasó con Rode. Estaba tan feliz que corrió de regreso para informar a los demás reunidos en oración por Pedro que olvidó abrirle la puerta.

Al unirnos en oración por los demás, tenemos un gran poder para alentar y elevar a quienes padecen enfermedades, depresión, tiempos difíciles financieramente o de otro tipo, y sí, incluso a los encarcelados.

En nuestros actos de adoración, ¿incluimos dar nuestro tiempo, dinero y talentos para beneficio de los demás?

Pablo, durante su encarcelamiento, escribe que sus oraciones por los filipenses le traen alegría. ¿Quiénes son las personas en nuestras vidas por las que nos alegra orar sin importar las circunstancias que nos rodean?

Nuestras vidas se enredan en hacer y gastar. Dios, sin embargo, pone el valor en otras cosas.

Amar a los demás no es fácil. Si bien es difícil, no es imposible. Honrar a otros por encima de nosotros comienza estrictamente en nuestro caminar diario con el Señor.

Zaqueo tenía un trabajo importante, dinero y poder. Era importante. Y entonces Jesús pasa por la ciudad donde vivía.