En el libro de Mateo, justo antes del nacimiento de Jesús, se describe otro acontecimiento, el nacimiento de Juan el Bautista, al que se le describe como el que vendría abriendo paso al Mesías.
Leemos el relato en Lucas 1:5-20
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.
Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.
Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.
Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”
La esposa de Zacarías era Elisabet, pariente de María, no cercana, pero con relación familiar, aunque no vivían cerca. Se la describe junto a su marido como justa y obediente al Señor. Nos dice el texto que ambos oraban para que Dios les diera hijos, pero no los tenían, y ya no estaban en edad de tenerlos. Sin embargo, esto no privaba a ninguno de los dos de servir al Señor fielmente y con alegría. Vemos a Zacarías ejerciendo su papel como sacerdote, y al pueblo arropándole en oración.
El ángel Gabriel, así como vemos que se apareció a María y a José, fue también enviado a hablar con Zacarías, otro personaje en esta historia de la Navidad. Zacarías y Elisabet, así como Juan el Bautista, aparecen en la historia como señales que apuntan al Mesías prometido.
El ángel le dijo que tendrían un hijo, pero además que sería un niño muy especial. Todos los padres consideran a sus hijos como especiales, pero el hijo de Zacarías y Elisabet nacería para cumplir una misión muy específica; él prepararía el camino para el Mesías como indicaba Isaías 40:3 y confirma Mateo 3:3.
En Lucas 1:39-45, 56 leemos del encuentro de Elisabet con María. Después de que el ángel Gabriel le dijera a María que Elisabet y Zacarías esperaban un bebé, María había decidido ir a visitar a Elisabet, y recordemos que no había teléfono para avisar de su llegada:
“En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. (…)
Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.”
Elisabet sabía que el Señor le había bendecido, permitiéndole quedarse embarazada de su marido Zacarías a una edad en la que ya habían perdido toda esperanza. Sabía que algo grande estaba ocurriendo. Recordemos que Zacarías, cuando salió del templo después de su encuentro con el ángel, salió mudo, sin poder expresarse oralmente. Elisabet estaba embarazada de seis meses, y Zacarías seguía sin poder hablar, ya que no recibiría su voz hasta ya nacido Juan el Bautista (Lucas 1), y vemos, por cierto, que sus primeras palabras son de alabanza a Dios (lo puedes leer en Lucas 1:67-79).
Podemos aprender de los textos que hemos leído que Zacarías, como José, crió a su hijo para que estuviera preparado para cumplir la voluntad que Dios tenía para él, viendo que Juan crecía y se fortalecía en espíritu, con su familia, hasta que Dios le mostró el ministerio que tenía para él.
Y vemos a Elisabet, que cuando oyó a María, ya sabía que esta era la que llevaba al Mesías en su vientre; llamándola “la madre de mi Señor.” Juan, en el vientre, también saltó de alegría en la presencia del Cristo, todavía dentro de su madre.
Así la familia al completo, Zacarías, Elisabet y Juan el Bautista, fueron desde un principio, de apoyo para María, y para Jesús que había de nacer, crecer, morir y ser resucitado por toda la humanidad.
Que Dios nos ayude a estar dispuestas a ser de apoyo para que otros cumplan la voluntad de Dios a la vez que nosotras cumplimos lo que Dios ha preparado para nuestras vidas.