La figura del licántropo ha perdurado a lo largo de la historia, adaptándose a las necesidades y temores de cada época. Desde sus orígenes en la mitología hasta su interpretación moderna, el licántropo representa no solo un ser mitológico, sino también una exploración profunda de la naturaleza humana. La dualidad entre el hombre y la bestia, la lucha entre la civilización y los instintos primarios, resuena en nuestra cultura, recordándonos que, a veces, los monstruos que habitamos son tan reales como los que encontramos en los mitos.