Hoy quiero compartir una reflexión sobre la situación del País y, particularmente, sobre el estado del gobierno a raíz de las revelaciones del controversial chat, donde se destaca la burla como síntoma de un corazón dañado por la impureza que siembra la arrogancia, la falta de empatía al dolor ajeno y la ausencia de un amor cimentado en el respeto al prójimo. Además, un chat donde se pone al descubierto el uso indebido del poder para atropellar, explotar y lastimar tanto a personas en su carácter individual, como a todo un pueblo desgastado por años ante el abuso de los partidos que han ostentado el poder y de un régimen colonial que nos oprime y nos explota con el único fin de servirle a sus intereses.
Ante esta situación, nos debemos preguntar si hay algo positivo qué sacar de todo esto. A mi juicio, no hay duda, que esta experiencia colectiva nos ha permitido germinar para reconocernos, ante todo, como un pueblo digno que debe exigir de todos los actores politicos, en PR y en Estados Unidos, un trato justo, democrático y ético.
Exhorto a no reducir los eventos de las pasadas semanas y las futuras al reclamo de renuncia del Gobernador Ricardo Rosselló, el cual, si bien se hace urgente para el sostenimiento de la paz social y de una gobernanza efectiva, no debe ser el final del camino.
La meta inmediata es su renuncia, pero la meta final debe ser nuestra liberación en todos los órdenes que nos esclavizan, nuestra liberación de la opresión política, del colonialismo, de la corrupción; nuestra liberación del egoísmo, de la falta de amor, de la falta de empatía, de la hipocresía, de la burla; nuestra liberación de ver y utilizar al prójimo como mero objeto de interés, como cosas y no como sujetos; nuestra liberación de la desunión, de la discordia, del individualismo, de la cultura de la muerte.
Ante esta coyuntura, el Gobernador tiene la oportunidad, no solo de hurgar los confines de su alma para buscar el verdadero arrepentimiento, el cual, sin duda, es paso indispensable para la purificación a la que todos estamos llamados. Pero, también es una oportunidad para demostrar con los actos su propósito de enmienda. Para el cual, ineludiblemente, se exige el signo visible de la renuncia.
Tal vez para algunos, esta exigencia es contraria a la misericordia enseñada por Jesús, sin embargo, no podemos olvidar que Jesús no titubeó al expulsar a los mercaderes del templo que explotaban y engañaban a los más humildes, burlando su fe para lucrarse. Jesús, ante esta injusticia, construyó un látigo con soga y volcó las mesas para echar fuera del templo a los comerciantes. Es decir, Jesús sintió una profunda indignación que lo llevó a actuar con fuerza para exigir la salida de los que se burlaron y engañaron de los más débiles.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, llenémosnos de indignación para caminar juntos, para actuar, para organizarnos a favor del bien común de Puerto Rico y de un país de verdadera justicia social. Seamos misericordiosos como siempre lo fue Jesús, para poder abrir nuestro corazón al arrepentido, pero también, como lo fue Él cuando las circunstancias lo exigieron, seamos firmes para echar de nuestro gobierno a quienes lo han convertido en un cueva de ladrones.