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El palacete de Nob Hill era muy distinto a los caserones conventuales en los cuales había transcurrido su infancia, de gruesos muros de adobe, y lúgubres puertas aherrojadas, con escasos muebles atracados a las paredes desnudas. En casa de su tía Paulina habría sido imposible llevar un inventario de su contenido.
El palacete de Nob Hill era muy distinto a los caserones conventuales en los cuales había transcurrido su infancia, de gruesos muros de adobe, y lúgubres puertas aherrojadas, con escasos muebles atracados a las paredes desnudas. En casa de su tía Paulina habría sido imposible llevar un inventario de su contenido.