El conde Keyserling le escribió a Bach en cierta ocasión: "Estimado señor Bach, quisiera encargarle algunas piezas de teclado, que deberán ser de tal suavidad y de algún modo vivaces que me animen un poco durante mis noches sin dormir, para que mi clavecinista, Goldberg, a quien vd. bien conoce, las toque en la antecámara de mis aposentos mientras me vence el sueño".
Pero, ¿ha podido alguien conciliar el sueño alguna vez escuchando esta maravilla de composición?