Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Dios nos muestra a través de su Palabra, como podemos corregir y evitar, malas decisiones que pudieran dañar nuestro crecimiento emocional y espiritual.