Cuando Natalia tenía 8 años, le diagnosticaron autismo. Vivir con esta condición no solo la hace respetar su rutina, también lleva a Janet, su madre, a admirar -con mucha paciencia y amor- cada paso de su pequeña. En medio de una pandemia, esta inocente joven y su madre buscan volver a mirar una película en el cine y desayunar juntas, siempre juntas, cada mañana.