Está la riquísima humita. Pero también está la tenebrosa Umita. Vendría a ser un asustador, muy arraigado en el interior. En los pueblos de Santa Fe, donde la siesta aún es sagrada, se sigue “usando” a este personaje con la misma finalidad que La llorona o La Solapa: que los chicos no jodan en la calle a la hora de descansar. Aunque, esta es más bien nocturna, como el lobizón.