Así, después de solicitar ayuda en oración, mediante una exhortación solemne, el apóstol se dirige a concluir su epístola no sin antes enviar los respectivos saludos a las personas que conocía y que hacían parte de la iglesia que estaba en Roma, esos que han sido hechos hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo así como el mismo Pablo.