Un hombre que tenían mucho trabajo, que tenía responsabilidad por muchas iglesias locales, tiene el espacio para saludar y recordar con afecto de manera personal a varios hermanos de una iglesia local, eran sus hermanos en la fe, no desconocidos, no meros “asistentes de sus conferencias”. Luego de recomendar a la posible mensajera que llevaba esta carta y recordar con gran afecto a sus colaboradores más cercanos como Priscila y Aquila, comienza a mencionar ciertos nombres en particular, que seguramente tienen su propia historia y su propio lugar en el desarrollo de la extensión del evangelio en su propia época, pero solo tenemos poca información sobre algunos, y ciertas posibilidades. Pero consideremos en esta segunda parte de los saludos especiales, algunas razones o circunstancias que dieron origen a estos saludos afectuosos.