Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alegraos». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo: «No temáis; avisad a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».
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Nersès Snorhali escribe:
Tú que has estado llorando hasta el amanecer
por las mujeres portadoras de aromas,
concédele también a mi corazón derramar
abundantes lágrimas a causa de tu ardiente amor.
Y gracias a la buena noticia del ángel
que clamaba desde lo alto de la peña (Mt 28,2),
déjame oír el sonido
de la trompeta final que anuncia la resurrección.
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La Alegría de Pascua deja varios frutos. Jesús dice hoy: ¡Alegraos!; ¡No temáis!
¿Eres Alegre? ¿A qué tienes miedo?
Afirmación, para este Lunes de la Octava de Pascua:
«Este es el día en que actúo el Señor sea nuestra Alegría…»