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En este vibrante pasaje, Juan Antonio Cebrián nos guía a través de la apasionante vida de Santiago Ramón y Cajal (1852–1934), el científico español que, con paciencia, curiosidad y un inquebrantable espíritu autodidacta, descifró los misterios del cerebro humano y se convirtió en el padre de la neurociencia moderna.
De niño rebelde a sabio de bata blanca
Cebrián recuerda la infancia traviesa de aquel muchacho de Petilla de Aragón, siempre con un lápiz en la mano y más dispuesto a la aventura que al estudio. Sin embargo, su destino cambió cuando descubrió la anatomía y, más tarde, el microscopio: dos pasiones que unió con el arte del dibujo para observar y representar la vida microscópica como nadie lo había hecho.
El descubrimiento de la neurona
Con esfuerzo y escasos medios, Cajal perfeccionó las técnicas de tinción y logró desvelar que el sistema nervioso no era una masa continua, como se pensaba, sino una red formada por células independientes: las neuronas. Sus detalladas ilustraciones, fruto de incontables horas de observación, revolucionaron la medicina y lo llevaron a recibir el Premio Nobel de Medicina en 1906.
Un genio humilde y universal
Más allá de los laboratorios, Cebrián nos acerca al hombre que defendió la educación, la constancia y el trabajo como motores de progreso. Un científico español que, desde la modestia, alcanzó un lugar inmortal en la historia del conocimiento humano.
Un retrato inolvidable del sabio aragonés que nos enseñó que la verdadera grandeza nace de la curiosidad y la perseverancia.
En este vibrante pasaje, Juan Antonio Cebrián nos guía a través de la apasionante vida de Santiago Ramón y Cajal (1852–1934), el científico español que, con paciencia, curiosidad y un inquebrantable espíritu autodidacta, descifró los misterios del cerebro humano y se convirtió en el padre de la neurociencia moderna.
De niño rebelde a sabio de bata blanca
Cebrián recuerda la infancia traviesa de aquel muchacho de Petilla de Aragón, siempre con un lápiz en la mano y más dispuesto a la aventura que al estudio. Sin embargo, su destino cambió cuando descubrió la anatomía y, más tarde, el microscopio: dos pasiones que unió con el arte del dibujo para observar y representar la vida microscópica como nadie lo había hecho.
El descubrimiento de la neurona
Con esfuerzo y escasos medios, Cajal perfeccionó las técnicas de tinción y logró desvelar que el sistema nervioso no era una masa continua, como se pensaba, sino una red formada por células independientes: las neuronas. Sus detalladas ilustraciones, fruto de incontables horas de observación, revolucionaron la medicina y lo llevaron a recibir el Premio Nobel de Medicina en 1906.
Un genio humilde y universal
Más allá de los laboratorios, Cebrián nos acerca al hombre que defendió la educación, la constancia y el trabajo como motores de progreso. Un científico español que, desde la modestia, alcanzó un lugar inmortal en la historia del conocimiento humano.
Un retrato inolvidable del sabio aragonés que nos enseñó que la verdadera grandeza nace de la curiosidad y la perseverancia.