El profeta Ezequiel nos invita a descubrir la presencia del Señor en el espacio sagrado del templo, desde el cual se difunde la vida, pues allí Dios se manifiesta a su pueblo. (Pablo nos advierte que ese templo no es simplemente una construcción, sino que somos nosotros mismos). Además, el evangelio nos revela que el cuerpo de Cristo es el templo construido por Dios y signo de su presencia. ¡Señor, purifica nuestra mirada para que podamos reconocer tu presencia en nuestro caminar!