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En este fascinante pasaje, Juan Antonio Cebrián nos transporta al vibrante mundo del teatro del siglo XIX para adentrarnos en la vida de Sarah Bernhardt, la icónica actriz francesa cuya presencia en el escenario se convirtió en leyenda.
Desde su infancia marcada por la adversidad —nacida de madre soltera y criada entre dramas familiares— Bernhardt demostró un talento escénico sin igual. Ya en la Comédie-Française, dejó una huella imborrable gracias a su voz potente, su magnetismo y una pasión visceral por el arte dramático.
Cebrián nos conduce por sus triunfos internacionales en ciudades como Londres, Nueva York y Buenos Aires; por sus interpretaciones inolvidables de papeles tan variados como Fedra, La reina Elizabeth, o incluso Hamlet, un papel reservado hasta entonces a hombres. También se detiene en su faceta pionera fuera de los escenarios: su temprana incursión en el cine, su hotel artístico en París, su implicación en causas humanitarias… y cómo, incluso después de perder una pierna, siguió actuando con su brazo amputado, incluso ahí apodada “la dama de los brazos caídos”.
Un relato cargado de teatralidad, fuerza, reinvención y coraje: el poder de una mujer que supo trascender su época y convertirse en la primera gran estrella mundial del teatro.
En este fascinante pasaje, Juan Antonio Cebrián nos transporta al vibrante mundo del teatro del siglo XIX para adentrarnos en la vida de Sarah Bernhardt, la icónica actriz francesa cuya presencia en el escenario se convirtió en leyenda.
Desde su infancia marcada por la adversidad —nacida de madre soltera y criada entre dramas familiares— Bernhardt demostró un talento escénico sin igual. Ya en la Comédie-Française, dejó una huella imborrable gracias a su voz potente, su magnetismo y una pasión visceral por el arte dramático.
Cebrián nos conduce por sus triunfos internacionales en ciudades como Londres, Nueva York y Buenos Aires; por sus interpretaciones inolvidables de papeles tan variados como Fedra, La reina Elizabeth, o incluso Hamlet, un papel reservado hasta entonces a hombres. También se detiene en su faceta pionera fuera de los escenarios: su temprana incursión en el cine, su hotel artístico en París, su implicación en causas humanitarias… y cómo, incluso después de perder una pierna, siguió actuando con su brazo amputado, incluso ahí apodada “la dama de los brazos caídos”.
Un relato cargado de teatralidad, fuerza, reinvención y coraje: el poder de una mujer que supo trascender su época y convertirse en la primera gran estrella mundial del teatro.