La Realidad de un Evangelio Sobrenatural
1.1. Establecer el Contexto del Poder de Dios
1.2. Identificar la Barrera Principal
1.3. Contrastar la Fe del Niño con el Escepticismo del Adulto
1.4. Transición a las Promesas Bíblicas
2. El Fundamento Profético: La Promesa del Espíritu en el Antiguo Testamento
2.1. Introducir la Relevancia de las Profecías
2.2. Analizar la Promesa en Isaías
2.3. Detallar la Promesa en Ezequiel
2.4. Evaluar la Promesa Inclusiva de Joel
* Vuestros hijos y vuestras hijas
* Vuestros ancianos
* Vuestros jóvenes
* Los siervos y las siervas
2.5. Conclusión y Transición a Juan el Bautista
3. La Proclamación en el Desierto: Un Bautismo Superior
3.1. Presentar a Juan el Bautista
3.2. Diseccionar la Declaración de Mateo 3:11
3.3. Argumentar la Realidad de la Experiencia
3.4. Reforzar la Promesa para Todos
3.5. Transición al Elemento del Fuego
4. El Significado del Fuego: Purificación, Presencia y Poder
4.1. Introducir la Controversia y el Propósito
4.2. Defender el Fuego como Símbolo Positivo
¿Acaso un buen padre le daría una serpiente a su hijo cuando le pide un pez? Jesús mismo usó esta lógica para enseñarnos sobre el Espíritu Santo: "siendo malos vosotros... [dáis] buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?" Dios conoce la intención de nuestro corazón. Cuando clamamos "manda el fuego, Señor", no estamos pidiendo juicio; estamos anhelando su presencia que consume toda impureza, que enciende nuestra pasión por Él y que nos llena de su poder.
4.3. Sistematizar la Evidencia del Antiguo Testamento
Lejos de ser únicamente un símbolo de juicio, el fuego es uno de los símbolos más recurrentes de la presencia manifiesta de Dios en el Antiguo Testamento. Consideremos esta evidencia:
1. El Pacto con Abraham: La antorcha de fuego que pasa entre los animales divididos como la presencia de Dios comprometiéndose.
2. La Zarza Ardiente: El ángel de Jehová apareciendo a Moisés en una llama de fuego que no consumía la zarza.
3. El Monte Sinaí: Jehová descendiendo sobre el monte en fuego, manifestando Su gloria y poder.
4. La Columna de Fuego: La presencia de Dios guiando y protegiendo a Israel por el desierto durante la noche.
5. El Tabernáculo: La gloria del Señor apareciendo como fuego sobre el tabernáculo.
6. La Oración de Elías: Dios respondiendo desde el cielo con fuego para consumir el holocausto.
7. La Visión de Eliseo: El monte lleno de gente de a caballo y de carros de fuego protegiendo al profeta.
8. Las Visiones de Ezequiel y Daniel: La gloria y el trono de Dios descritos con imágenes de fuego envolvente y ardiente.
9. La Profecía de Zacarías: Dios prometiendo ser un "muro de fuego" alrededor de su pueblo.
10. La Profecía de Malaquías: El Señor viniendo a su templo como "fuego purificador y como jabón de lavadores".
4.4. Conectar el Fuego con la Purificación y el Poder en el Nuevo Pacto
Este fuego del Espíritu Santo cumple una doble función esencial para el creyente. Primero, es un agente de purificación. Como afirma 1 Pedro 1:22, hemos sido purificados en nuestras almas "por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu". El fuego del Espíritu quema la escoria de nuestra vida, nos santifica y nos limpia. Segundo, el fuego es la fuente de poder y energía divina. Así como el fuego en una caldera genera la presión y la fuerza para mover una máquina, el fuego del Espíritu Santo nos llena de dinamismo divino, el poder (del griego dunamis) para vivir la vida cristiana y ser testigos eficaces de Jesús.
4.5. Transición al Llamado Final
Por lo tanto, no temamos pedir el fuego de Dios. Anhelemos sin temor este bautismo completo de Espíritu Santo y Fuego, entendiendo que es una petición por la gloriosa presencia de Dios que nos limpia de todo mal, nos capacita para toda buena obra y nos llena de su poder celestial.