Marta enfrentó una infancia difícil debido a su padre alcohólico, pero al conocer a Dios, transformó su dolor en lecciones y formó una familia diferente. Cuando su esposo fue diagnosticado con un tumor intramedular y le dieron solo seis meses de vida, Marta clamó a Dios, quien lo sanó. Cuatro años después, durante la pandemia, a Marta le diagnosticaron cáncer de mama avanzado. A pesar de la incertidumbre, se aferró a su fe y Dios la sanó de manera milagrosa, dejando a los médicos sorprendidos. Su historia refleja el poder sanador de Dios en momentos de adversidad.
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