La frase "Con dinero puedes comprar una cama, pero nunca podrás comprar el sueño" nos recuerda que el dinero no puede adquirir lo que realmente nos da la felicidad. Isidro es un claro ejemplo de cómo la abundancia material no garantiza la paz interior. A pesar de crecer en una familia con recursos, se sentía vacío emocionalmente porque sus padres no le brindaban el amor y tiempo que necesitaba. La Biblia lo expresa en Eclesiastés 5:10: "El que ama el dinero no se sacia de dinero". La verdadera felicidad proviene de las relaciones, el amor y la conexión genuina con los demás y con Dios. Reflexionemos sobre lo que realmente importa en la vida.