En medio de la guerra civil y la violencia, Rita vivió el constante miedo de estar atrapada entre balas. Tras la ausencia de su padre, su madre emigró con ella y sus hermanos en busca de un futuro mejor. En su adolescencia, encontró consuelo en la música, pero se alejó de Dios, buscando respuestas en fiestas y distracciones. Años de vacíos la llevaron a darse cuenta de que nada en este mundo podía llenar su alma. Fue entonces cuando sintió el llamado de regreso a Dios, hallando una paz indescriptible. Hoy, Rita comparte que la verdadera paz no está en lo material ni en las distracciones, sino en Dios.