El amor de Cristo no debe limitarse a los domingos en la iglesia, sino ser una presencia constante que transforme nuestra vida diaria. Norma es un ejemplo de esto. Como trabajadora en un hotel, su amabilidad y sonrisa han dejado huella en todos los que la conocen. Ella sigue las palabras de Colosenses 3:23: "Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres."
La vida de Norma cambió cuando aceptó a Cristo. Su hogar, antes marcado por el sufrimiento por el alcoholismo de su esposo, experimentó una transformación cuando él también encontró a Cristo. Norma abrazó una vida de amabilidad, paciencia y paz. Su fe la impulsó a servir a su comunidad, ayudando a los niños más necesitados. Siguiendo el ejemplo de Jesús, recuerda las palabras de Hechos 20:35: "Más bienaventurado es dar que recibir". Para ella, la verdadera recompensa está en las sonrisas de los niños, reflejo del amor que les ofrece con generosidad.