En un pequeño pueblo, el Pastor Félix, dedicado a la iglesia y a las familias, se preocupaba por la crisis que enfrentaban las familias tanto en su comunidad como en el país. Reflexionaba sobre cómo la iglesia debía ser un instrumento de restauración, no solo un lugar de culto, sino un espacio donde los valores del evangelio se vivieran en el hogar y la comunidad.

Un día, compartió con un amigo su visión de restaurar la familia, ya que entendía que si la familia está bien, la sociedad también lo estará. Dios le dio la idea de iniciar un programa para fortalecer la relación de los pastores y sus esposas, ayudándoles a enfrentar sus propias luchas. Sabía que aunque los pastores guiaban a otros, a menudo carecían de quien los guiara a ellos.

El Pastor Félix comprendió que el cambio debía comenzar en los hogares, porque, como dice Malaquías 4:5-6, Dios tiene el poder de restaurar los lazos familiares. Si cada hogar refleja el amor, respeto y unidad, no solo fortaleceremos nuestras familias, sino que también contribuiremos a una sociedad más saludable y unida.