En 1993, Gastón sufrió un accidente que lo dejó cuadripléjico. Un póster con la frase "No podemos cambiar el ayer, pero podemos cambiar lo que nos espera" le ayudó a aceptar su nueva vida. Tras meses de fisioterapia, regresó a casa, terminó la secundaria y se adaptó a su silla de ruedas, aunque aún luchaba con sus emociones.
A pesar de orar por sanidad, decidió tomar el control de su vida, estudiar, aprender a conducir y encontrar el amor. Recordó el mensaje del póster y entendió que Dios siempre estuvo con él. El versículo 2 Corintios 12:9, "Mi poder se perfecciona en la debilidad", reflejó su experiencia, encontrando felicidad y esperanza cada día.