Teresa, quien quedó paralítica por polio a los 10 meses, ha aprendido a disfrutar de la vida a pesar de sus limitaciones físicas. Aunque enfrentó marginación y dificultades para estudiar, nunca dejó de perseguir su pasión por aprender y se convirtió en profesional. Tras entregar su vida a Cristo, experimentó una paz transformadora y ahora inspira a otros a confiar en Dios, quien fortalece a los débiles, como dice Isaías 40:29. Teresa comparte su testimonio de que, a pesar de las limitaciones, con fe y esperanza no hay límites.