Simeón creció en una familia marcada por la adversidad, con su padre quedando ciego cuando él tenía ocho años. Aunque en su juventud buscó la felicidad en el alcohol y un estilo de vida fiestero, un encuentro con la Biblia y una invitación a la iglesia lo llevaron a un profundo crecimiento espiritual. A pesar de las dificultades y la tragedia de perder a su esposa, la fe en Cristo le dio la serenidad para enfrentar el dolor.
Simeón se apoya en Filipenses 4:13: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", y su historia nos enseña que, con la fuerza de Cristo, podemos superar cualquier dificultad, encontrando esperanza en Su poder y amor.