Miguel, junto a su familia, emigró en busca de un futuro mejor. La llegada a un país desconocido fue un reto, lleno de barreras idiomáticas, miedos y adaptación cultural. A pesar de la incertidumbre, Miguel reconoce que su fe ha sido esencial para afrontar los obstáculos. La espiritualidad les dio fuerza en los momentos más difíciles, recordando que Dios siempre está con ellos, guiándolos y protegiéndolos. El Salmo 27:1 nos dice que el Señor es nuestra luz y salvación, y Miguel vive con la certeza de que, aunque los desafíos del inmigrante son grandes, la fe y la confianza en Dios son los pilares que sostienen a su familia. Nos invita a no dejar que las dificultades nos desanimen, sino a seguir adelante con la seguridad de que Él nos da la fortaleza necesaria para superar cualquier prueba.