Luka Modric vivió una infancia marcada por la guerra y la pérdida de su abuelo. Refugiado desde pequeño, encontró en el fútbol un escape y motivación. A pesar de rechazos por su estatura, perseveró hasta llegar a lo más alto: jugar en equipos importantes, ganar títulos y obtener el Balón de Oro en 2018. Su historia es un testimonio de superación, fe, y resiliencia frente a la adversidad.