Darío tuvo una infancia feliz hasta la muerte de su hermano, un golpe que lo llevó a encontrar consuelo en Dios. A raíz de esa pérdida, su familia volvió a la fe y él aceptó a Jesús. Hoy lidera la adoración en su iglesia, usando la música para inspirar a otros. Su historia muestra cómo el dolor puede abrir camino a una vida con propósito y fe renovada.