Miguel, agobiado por una discusión y sus problemas, encontró consuelo en una frase simple dentro del autobús:"No le cuentes a Dios cuán grande es tu problema; cuéntale a tu problema cuán grande es Dios."Esa palabra encendió su fe y le dio paz, recordándole Filipenses 4:6-7: “Por nada estéis afanosos… y la paz de Dios guardará vuestros corazones.”A veces, una frase oportuna es todo lo que el alma necesita para seguir adelante.