Elvira enfrentó uno de los mayores desafíos: un embarazo complicado, un hijo prematuro y diagnósticos devastadores. Favio nació sordo, mudo y con un pronóstico que parecía imposible. En medio del dolor, un simple gesto de su hijo le devolvió la esperanza. Dios le mostró que su debilidad sería su mayor fuerza. Hoy, Favio inspira a otros con su vida. Como dice 2 Corintios 12:9: “Mi poder se perfecciona en la debilidad.” Cuando todo parece perdido, Dios tiene un propósito mayor.