Desde niña, Mirta conocía las historias de la Biblia, pero no comprendía su propio valor. Era callada, insegura y sentía que no era suficiente. En su juventud, Dios habló a su corazón y le recordó que fue creada con propósito. A partir de ese encuentro, comenzó un proceso de restauración donde aprendió a verse como Dios la ve. Hoy, Mirta enseña que el Señor levanta a quienes se sienten pequeños y les recuerda cuánto valen ante Sus ojos. Él no mira las apariencias, sino el corazón.