Jesús contó la historia del pastor que deja a las noventa y nueve ovejas para buscar a la que se perdió. Ese relato refleja el corazón de Dios: paciente, amoroso y lleno de gracia. Él nunca se cansa de buscarnos, aunque nos hayamos alejado. Para Dios, nadie es insignificante; cada vida tiene valor y propósito. Su amor no se rinde, y siempre hay alegría en el cielo cuando un corazón decide volver a Su abrazo.