Diego sufrió carencias económicas y heridas de la infancia. Su padre le negó cosas que deseaba, y la disciplina severa convirtió el dolor en odio. Pero al conocer a Cristo, Diego comenzó un proceso de sanidad interior, recordando gestos de amor y aprendiendo a perdonar.Años después, se reconciliaron en lágrimas y perdón mutuo. Diego descubrió que la vida es demasiado corta para el rencor, y que el perdón libera el alma y restaura relaciones. Su historia nos recuerda que podemos tomar el primer paso hacia la reconciliación y el amor de Dios. Éxodo 20:12 “Honra a tu padre y a tu madre…”