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Palabra de Dios: “ Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.” Génesis 39:7-12
Perlas: Los deseos de la carne y los deseos de los ojos, el desafío de los placeres del mundo, de lo prohibido. José estaba siendo tentado día a día a tomar para sí lo único que no le había sido entregado, lo único que era prohibido. Su amo, Potifar, le había confiado todo lo que tenía. La gracia y el favor de Dios estaban sobre José, y todo lo que hacía prosperaba. El enemigo y el mundo, representados en la mujer de Potifar, le desafiaron a olvidarse de la benevolencia de su amo, y del Dios que lo había llevado hasta donde había llegado, desechar todo por un momento de placer.
La respuesta de José es muy impactante. Su respuesta está registrada en la Palabra de Dios para ejemplo nuestro. José evidentemente amaba a Dios por encima de todo y de todos, era cercano al corazón de Dios, y era un hombre fiel. La respuesta de José para la mujer de Potifar fue simplemente NO por muchos días; pero ese último día cuando ella se propuso prácticamente forzarlo a aceptar su desafío y caer en satisfacer los caprichos de ella, ese día la respuesta de José fue más que simplemente NO. Primero le habló del respeto a su amo, pero por encima de todo, José enfatizó su respuesta diciendo que “¿cómo él iba a hacer tan grande mal y pecar contra Dios?” Quedó demarcado eternamente en la Palabra, que la fidelidad de José era primordialmente hacia Dios. Por causa de que le era fiel al Dios, le era fiel a su amo. ¡Esto fue lo que le dio las fuerzas para dar el siguiente paso! HUIR.
Huir es muchas veces la única manera de responder ante la tentación, si queremos permanecer fieles a Dios. No podemos quedarnos a “jugar con candela” porque “el que juega con candela, se quema”. Aquí José nos deja su ejemplo de vida; él no se quedó batallando con la mujer de Potifar. José huyó a pesar de saber las consecuencias, y que por supuesto no le creerían a él, perdió su trabajo, su posición y su libertad. Pero la historia no termina allí…porque más, infinitamente más fiel que José era Dios mismo. Y la bendición que vino sobre José fue mil veces mayor que la que había recibido hasta ese momento.
Los desafíos son pruebas que nos preparan, nos forman y nos maduran espiritualmente para estar listos para mayores desafíos y mayores bendiciones que vendrán.
Una oración que aprendí en tiempos de guerra, y que hasta el día de hoy la hago por mí, por mi esposo y por mis hijas, es: Señor, danos la obediencia y la fidelidad que le diste a José.
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Palabra de Dios: “ Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió.” Génesis 39:7-12
Perlas: Los deseos de la carne y los deseos de los ojos, el desafío de los placeres del mundo, de lo prohibido. José estaba siendo tentado día a día a tomar para sí lo único que no le había sido entregado, lo único que era prohibido. Su amo, Potifar, le había confiado todo lo que tenía. La gracia y el favor de Dios estaban sobre José, y todo lo que hacía prosperaba. El enemigo y el mundo, representados en la mujer de Potifar, le desafiaron a olvidarse de la benevolencia de su amo, y del Dios que lo había llevado hasta donde había llegado, desechar todo por un momento de placer.
La respuesta de José es muy impactante. Su respuesta está registrada en la Palabra de Dios para ejemplo nuestro. José evidentemente amaba a Dios por encima de todo y de todos, era cercano al corazón de Dios, y era un hombre fiel. La respuesta de José para la mujer de Potifar fue simplemente NO por muchos días; pero ese último día cuando ella se propuso prácticamente forzarlo a aceptar su desafío y caer en satisfacer los caprichos de ella, ese día la respuesta de José fue más que simplemente NO. Primero le habló del respeto a su amo, pero por encima de todo, José enfatizó su respuesta diciendo que “¿cómo él iba a hacer tan grande mal y pecar contra Dios?” Quedó demarcado eternamente en la Palabra, que la fidelidad de José era primordialmente hacia Dios. Por causa de que le era fiel al Dios, le era fiel a su amo. ¡Esto fue lo que le dio las fuerzas para dar el siguiente paso! HUIR.
Huir es muchas veces la única manera de responder ante la tentación, si queremos permanecer fieles a Dios. No podemos quedarnos a “jugar con candela” porque “el que juega con candela, se quema”. Aquí José nos deja su ejemplo de vida; él no se quedó batallando con la mujer de Potifar. José huyó a pesar de saber las consecuencias, y que por supuesto no le creerían a él, perdió su trabajo, su posición y su libertad. Pero la historia no termina allí…porque más, infinitamente más fiel que José era Dios mismo. Y la bendición que vino sobre José fue mil veces mayor que la que había recibido hasta ese momento.
Los desafíos son pruebas que nos preparan, nos forman y nos maduran espiritualmente para estar listos para mayores desafíos y mayores bendiciones que vendrán.
Una oración que aprendí en tiempos de guerra, y que hasta el día de hoy la hago por mí, por mi esposo y por mis hijas, es: Señor, danos la obediencia y la fidelidad que le diste a José.
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