Palabra de Dios: “ Cuando el Señor comenzó a hablar por medio de Oseas le dijo: «Ve y toma por esposa una prostituta y ten con ella hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido por completo. ¡Se ha apartado del Señor!». Oseas fue y tomó por esposa a Gómer.” Oseas 1: 2-3 NVI

Perlas: El llamado de Oseas fue en extremo difícil. Dios le dio la instrucción de ministrar al pueblo que estaba siendo cada vez más infiel, estaban confundidos, y su moral iba en decadencia; pero además de esto le pidió que se casara con una prostituta, que la amara, que formara una familia con ella y que le fuera fiel, aún si ella continuara activa en el ejercicio de la prostitución. ¡Solo de pensarlo se le paraliza el corazón a cualquiera! ¡Qué misión tan dura y tan dolorosa!

Dios usó a Oseas, y Oseas permitió que Dios lo usara, para dejarnos a la humanidad entera una ilustración perfecta de la relación de Dios con nosotros: Cómo Dios nos ama con un amor inagotable, y cómo Él permanece fiel aunque nosotros le seamos infieles. En otras palabras, el amor y la fidelidad de Dios hacia nosotros no depende en ninguna medida de nuestra fidelidad o amor hacia Él…¡Y por eso estamos agradecidos, porque de otra manera estaríamos todos perdidos! Qué bueno que no depende de nosotros.

Podemos ver nuestra vida reflejada en la vida de Gomer: Dios nos ofrece Su amor, Su paternidad, Su protección, Su guía,Su provisión, una vida con significado, un propósito, una familia,…sin embargo, cuántas veces le dimos la espalda y dijimos NO a una vida con Dios y para Dios, y salimos corriendo a buscar nuestros “amantes”. En el caso de Gomer eran literalmente amantes, ella encontraba un falso sentido de seguridad, estabilidad y valor siendo una prostituta y vendiéndose a sus clientes; tal vez ese no sea tu caso o el mío, pero todos tenemos otro tipo de “amantes”.  Vamos a referirnos como “amantes” a todo aquello a lo que corremos buscando consuelo, alivio, todo a lo que corremos cuando nos sentimos inseguros y vacíos, todo lo que utilizamos para buscar satisfacción, llenura…todo a lo que corremos para sentirnos “valiosos y amados”, así sea por unos instantes, así sea que nos toque pagar muy caro.

Cada vez que el Señor nos llama, en medio de las grandes tristezas o de las grandes alegrías, en medio de los desafíos, de la decisiones difíciles, y nos ofrece Su amor, Su sabiduría, Su abrazo y Su consuelo, pero nosotros huimos buscando “otros brazos” y pretendemos que alguien o algo haga por nosotros lo que solo Dios puede hacer por nosotros, ese alguien o ese algo es un “amante”. También podemos llamarlo un “ídolo”.