El mundo de hoy necesita sacerdotes, religiosos, consagrados, familias, novios y jóvenes católicos coherentes que amen apasionadamente a Cristo, que no tengan miedo de asumir retos y desafíos para evangelizar las redes sociales haciendo uso de las nuevas tecnologías. Pero principalmente, el mundo necesita hombres santos que no tengan miedo de dejarlo todo por seguir a Cristo.