Veamos algunas cosas que nos ayudan en el desarrollo de nuestra vida como creyentes en Cristo, y que son útiles para los que recién comienzan, pero también para los que tienen muchos años de convertidos.
¡POBRE DEL CRISTIANO QUE DESCUIDA ESTOS PRINCIPIOS BÁSICOS DEL CRECIMIENTO ESPIRITUAL!
DESARROLLO
Porque el creyente que no sigue creciendo, se estanca y entra en una peligrosa zona de riesgo, expuesto a la enfermedad y a la muerte espiritual.
Los chicos necesitan alimentarse periódicamente para crecer de manera normal (por supuesto que los grandes también)
Deben comer. Y lo deben hacer en horarios establecidos, alimentos adecuados a su edad y necesidad orgánica; por ejemplo: leche, papillas, cereales, etc.
Deben descansar. Cuando los bebés duermen bien, crecen más, porque el dormir es como un buen alimento.
Deben movilizarse. Los niños tienen una gran movilidad.
¿Qué sucede si no comen adecuadamente? ¿Cuál sería el resultado si no tuviera todo ese movimiento, esa vitalidad que despliegan y que muchas veces hasta agota a la mamá?
Así es en la vida del Espíritu para cada uno de nosotros.
Horario de lectura: por lo tanto, como los chicos, debemos establecer un horario y una correcta disciplina de lectura y aprendizaje.
Planificación: hay que planificarlo y nunca dejarlo librado a que tenga tiempo o ganas, porque nuestro enemigo se encargará de impedirlo, y así no llegarán ni el tiempo, ni las ganas.
¿Quién sería el perjudicado? ¿Cuál sería el perjuicio?
¿Cuál sería el equivalente al descanso en la faz espiritual?
La oración y la alabanza. Porque una vez que hemos orado y adorado a Dios, cuando le contamos de nuestras necesidades, por familiares, etc., dejamos todo en las manos del Señor que hará la obra y recibiremos paz.
CONCLUSIÓN
Cuando sales de casa: ORAS. ¿Qué más? ORAD SIN CESAR.
Y cantamos a cada rato al Señor un nuevo canto de alabanza.
Y la movilidad del bebé, del niño, ¿a qué se compara?
Es el encuentro con los hermanos,
en la comunión con el Maestro del Grupo de Crecimiento, cuando le compartes tus luchas y escuchas las de ellos, para apoyarse mutuamente en la oración, en el amor del Señor. Cuando estás con los no creyentes, abriendo bien los ojos para descubrir cómo testificarles y ayudarles a conocer a Cristo.