¿Cómo pudo la Reforma, que resultó en una división histórica, ser en realidad una obra de Dios para sanar a Su Iglesia?. El Apóstol Pablo nos ruega desde su prisión en el Señor que preservemos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3), una unidad que Él mismo logró en la cruz del Calvario. Descubre por qué esta unidad no se basa en el sentimentalismo o las tradiciones humanas, sino en la innegable verdad de la Palabra de Dios. Este mensaje te llamará a la humildad y la mansedumbre que son el fruto de una vida redimida por la gracia inmerecida de nuestro único Salvador, Jesucristo.