Se nos va de ojo que decae la reflexión y crece la visión de la vida bajo el prisma de las creencias preexistentes, aunque los hechos objetivos las desmientan.
Es el llamado sesgo de confirmación que conduce a la comisión de errores la valorar los datos verificados, porque favorece la adscripción a teorías de la conspiración y los bulos que refuercen la propia creencia.
Así las personas cierran su pensamiento a nuevas ideas y perspectivas, lo que dificulta su crecimiento personal y el aprendizaje. Sesgo de confirmación que afecta también a la memoria, porque buscamos en el recuerdo aquellas vivencias que refuerzan la creencia y olvidamos las que la contradicen. Así, la vida percibida desde el tamiz de la creencia favorece una interpretación sesgada y una valoración polarizada de los hechos objetivos que definen la realidad. Reflexionar sobre el origen y el sentido de los datos e información que nos llega, y dudar siempre de nuestra creencia de manera contante, son las medicinas de salir de esta ratonera que adocena la mente. ¡Que no se te vaya de ojo!