Como pasa en absolutamente todos los terrenos de la vida cotidiana, hay una omisión permanente de las voces femeninas, como si no hubieran formado parte, o como si su peso e influencia fuese menor que el de los hombres. Es normal que al pensar en la Generación del ’27, posiblemente la generación de poetas y artistas más influyentes que se recuerde, nos vengan a la cabeza nombres como los de Federico García-Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Max Aub o Dámaso Alonso, por mencionar solo a algunos. Pero, por lo general, ni rastro de mujeres.
Con los años, las mujeres que formaban parte del Lyceum Club Femenino y Las Sinsombrero comenzaron a tener cierto reconocimiento; pero, muchas veces, más como iconos simbólicos de ser mujeres empoderadas y creadoras en aquella época, que como realmente haber forjado algunas de las obras más valientes de la época. La pianista, compositora y cantante Sheila Blanco ha decidido acabar con esa omisión y silencio. Literalmente: tras tres años de investigación ha seleccionado algunas de las obras que más la emocionan de poetisas de aquella generación, y las ha transformado en canciones.
Con un tono entre la copla lírica y la canción de piano-bar bien entendido (el disco es como una suerte de recital poético cantado); la madrileña por momentos recuerda en este poemario cantado, o cancionero generacional, al registro de artistas como Sílvia Pérez Cruz, Amaia Romero o Single, por otros a Ana Belén, Sole Giménez o Pastora Vega. Pero, sobre todo, consigue poner voz a las palabras de una generación de poetas borradas por el machismo imperante. Desde la primera mujer en formar parte de la RAE (Carmen Conde) a la fundadora de la icónica imprenta Verónica, o algunas de las pocas poetas que fueron nominadas o ganadoras de premios literarios en aquellas épocas.
Alan Queipo