Por ejemplo, cuando estás en el supermercado y ves dos envases de leche, uno de 1 litro y otro de 2 litros, puede que el de menor tamaño parezca más económico a simple vista.

Pero si revisas el precio por litro —que suele aparecer en letra pequeña en la etiqueta— te darás cuenta de que muchas veces el envase grande ofrece un mejor precio por unidad.

Este pequeño detalle marca una gran diferencia a largo plazo.

Comparar precios por unidad (ya sea por litro, kilo o unidad) es una herramienta poderosa para evitar gastos innecesarios. Además, comprar en mayor cantidad, cuando realmente lo necesitas y puedes conservarlo, puede ayudarte a reducir tus visitas al supermercado y evitar compras impulsivas.

Otro consejo clave es planificar tus compras.

Hacer una lista antes de salir y ceñirte a ella evita que termines gastando en productos que no necesitas. También puedes aprovechar descuentos en productos no perecederos o congelables.

Con pequeños hábitos como estos, tu dinero rinde más y aprendes a tomar decisiones más inteligentes que se notan en tu bolsillo cada mes.