Pablo está en Roma y, desde su arresto domiciliario, habla a sus hermanos judíos, anunciando el Reino, aún con cadenas y limita- dones. Para el apóstol, toda situación ofrece espacio para predicar el mensaje de salvación. El evangelio de Juan concluye con un llamado a ver el futuro con confianza y responsabilidad, sabiendo que está en manos del Señor, sin dejar de estar abiertos a sus señales y signos, que hablan poderosamente a todos aquellos que creen. ¡Señor de la historia, lánzanos a tu misión de anunciar tu Reino!