Hoy a través de la radio, hemos conocido un poco más sobre las plantas del pasado, los fósiles vivientes, la historia y la tradición de una especie que lleva con nosotros toda la vida, o quizá mejor nosotros con ella.
Venerada por diferentes culturas, el helecho ha sido asociado con la buena suerte, y la protección, y en algunas tradiciones tener un helecho en el hogar trae fortuna y aleja el mal.
En época victoriana era común regalar helechos como símbolo de amistad y afecto. El arte y la literatura han representado al helecho como símbolo de elegancia y belleza natural. Y en la medicina su uso como remedio para tratar heridas y enfermedades viene de muy antiguo.
Nuestro protagonista de hoy no necesita brillar ni tener flores, ni frutos para imponerse entre sus vecinos. El helecho es una metáfora del mundo que olvidamos: el que crece despacio, el que se adapta sin destruir y el que permanece cuando todo cambia.
Lugares como feleches o felechosa denotan la presencia del helecho en Asturias.
Así que queridos oyentes, la próxima vez que caminemos entre árboles y veamos esas hojas antiguas que se abren como abanicos del pasado, recordemos: no todo lo valioso brilla. A veces, simplemente… respira, en la sombra.