Se nos va de ojo que la velocidad con la que suceden y apelotonan los acontecimientos, genera un ruido ambiental que estimula la incertidumbre sobre el futuro que se revela difuso e inestable.
Inseguridad que nace de la dificultad que tenemos para manejar y dar sentido al cúmulo de estímulos que recibimos sobre lo que tenemos que hacer para alcanzar el éxito, vivir más, ser felices, no engordar, etc., etc.
Presión incesante que aumenta la necesidad, en un creciente número de personas, de aislarse de ese ambiente que enerva y desquicia, ante el desfile continuo de noticias negativas e imágenes de tragedias humanas, guerras, muerte y violencia en todas sus formas. Negatividad que se nos hace familiar generando indiferencia. Así se fomenta el sentido de incertidumbre que nos hace olvidar que el futuro nunca en la historia ha estado garantizado, porque las sociedades siempre están en movimiento. Por eso no hay que temerle, porque el futuro que aventura cada nuevo año que empieza, siempre depende de lo que forjemos con nuestro hacer cotidiano ¡Que no se te vaya de ojo!